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Se ha convertido en una de las señas de identidad de Bilbao. Desde 1997, el colorido Puppy, una de las obras de arte icónicas del estadounidense Jeff Koons que él define como “puro marketing”, vigila las puertas del Museo Guggenheim e invita al paseante a fotografiarse a su lado. Solo dos veces al año, la escultura con la forma de un west highland white terrier no está en condiciones de ser retratado. Son esos dos momentos del año, en mayo y en octubre, cuando se cambia el manto vegetal que le cubre.

El perro, con una dimensión de 12,5 metros de altura y 9,5 metros de anchura, fue concebido por Koons en 1992 para un espacio público, para los jardines del castillo de Arolsen, con motivo de la celebración de la Documenta de Kassel, en Alemania, y posteriormente permaneció expuesto frente al Museo de Arte Contemporáneo de Sydney (Australia). “Cuando se inauguró el Guggenheim de Bilbao se decidió que formara parte de la colección permanente, y desde entonces hemos ido mejorando, por ejemplo, el sistema de regadío. Su éxito, como dice el artista, se debe al control que se tiene de la obra, pero también por dejar que se descontrolen las flores”, señala Agirre.

Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.Y Dios los bendijo, diciendo:

Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. GENESIS 1:20-22


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